Luna y Nocte VII


Noche intima


Todo empezó igual a las historias de antaño. De las leyendas románticas que inundan el acervo del amor, en la infinidad de la lucha por estar juntos.

Nocte se vio desnudo ante la oscuridad de la enfermedad latente. Por momentos y en la distancia, suspiraba por el ayer y el brillar.
Declaraba con la fuerza del orgullo y la necedad, la valía de su antiguo andar, la conquistas sobre ancestrales miedos y como edificó los sueños, pese a tener en contra la oscura realidad.
Luna solo llega a sonreir, mientras toma de la mano a su amado. Aciente, besa y consuela, sabe muy bien lo que significan las tenue e infantiles anécdotas de antiguos tiempos. Sin embargo, no pierde detalle alguno, en los delirantes cuentos de su Quijote.
De nuevo, la incesante tos, irrumpe la jocosa narrativa de Nocte. Un sorbo de agua, solución temporal.


Luna maquilla sus lágrimas, con vanos intentos de sonrisas. Son sinceras, mas no pesan igual que la tristeza del momento. Sabe y entiende, pero ha prometido dejar que suceda. Nocte la ve, con la mirada de mil nostalgias que ven encerradas en un par de ojos gastados por la realidad. Exhala tres suspiros; el primero, para su amada Luna, y a sus seres queridos, el segundo es para ese perdón que nunca llegó tras incontables errores en pasado remoto, y el tercero...


La puerta se abre, la habitación se ilumina en contra de la voluntad de la naturaleza. Incomprensible es, una luz tan fuerte, dejando en fósforos a las velas. Es Yue, hermana menor de Luna 



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